dijous, 21 de maig del 2015

Perfecta imperfección

Este fin de semana acabará mi primera temporada en el hockey patines portugués. La verdad es que ya estoy en condiciones de poder hacer un balance de los sucedido durante este año.
Si os tengo que ser sinceros, la primera semana me sentí más desubicado que Belén Esteban en una biblioteca. Idioma nuevo, país nuevo, cultura nueva, compañeros nuevos y, sobretodo, una idea del hockey completamente nueva.
Venía de un hockey -el español- antagónico al portugués. Al principio fue un shock muy grande. Dos palabras podían definir a la perfección la primera impresión que me llevé del hockey portugués: AL ATAQUE! Al igual que los índios y vaqueros del Far West, todo el mundo subía al ataque y se dejaba poco margen de espacio a la defensa ya pensando en volver a atacar. En mi cabeza sólo resonaba: ¿dónde te has metido?
Las primeras semanas fueron muy duras, la adaptación a una nueva realidad no es tarea fácil, pero después, con perspectiva, te das cuenta que te ayuda mucho a crecer como deportista y, sobretodo, como persona.
Hablando estrictamente a nivel hockístico, tenía dos opciones: adaptarme a esta nueva filosofía deportiva aportando mis aptitudes aprendidas en España o pasarme un año lamentándome. Naturalmente adopté la primera opción.
Con el paso de los días me fui dando cuenta que el hockey portugués no es mejor o peor que el español, sencillamente es diferente. Creí oportuno empaparme de todo lo bueno que tiene (velocidad, intensidad, contraataque, habilidad individual técnica) y intentar aportar un poco de organización táctica al juego. El resultado, creo, ha sido muy positivo.
Al igual que el estudiante que subraya con fluorescente lo más importante de los apuntes para separar lo primordial de lo supérfluo, durante este año intenté hacer lo mismo con la fusión de los dos mundos del hockey patines que me han marcado. Vi en las imperfecciones del hockey portugués y el español la base donde trabajar y aprender a disfrutar más de nuestro deporte. Todo lo que creía que era perfecto devino imperfecto y al revés.
A día de hoy me considero un ecléctico del hockey portugués y español.
Considero que lo más bonito que existe es aprender. Hace poco leí una entrevista a Kevin Spacey en la que el actor afirmaba que lo que realmente le hacía estar vivo eran sus ganas de aprender. Y no puedo estar más de acuerdo con él.
Si tenéis la oportunidad de conocer otra realidad de la que estáis acostumbrados a ver, no dudéis ni un instante en aventuraros. Si va mal aprendes una buena lección y si va bien aprendes dos. Al fin y al cabo de lo que se trata en la vida es de dejar huella y, en cuantos más sitios puedas dejar la tuya, mejor.

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